La ciudad de Hiroshima fue escenario del primer bombardeo atómico de la historia, el 6 de agosto de 1945, en el final de la Segunda Guerra Mundial, por el bombardero estadounidense Enola Gay, ordenado por el presidente Harry Truman. Este acto bélico, cuyo objetivo fue la rendición rápida e incondicional de Japón a los Estados Unidos, produjo la muerte de alrededor de 120.000 japoneses, en su casi totalidad civiles, dejando un saldo de casi 360.000 heridos, entre los cuales gran cantidad presenta variaciones y mutaciones genéticas debido a la radiación a la cual estuvieron expuestos. Los percances biológicos y anatómicos, por tanto, persisten hasta nuestros días dentro de la población japonesa.
La adelfa es la flor oficial de la ciudad de Hiroshima, ya que fue la primera en florecer de nuevo después de la explosión de la bomba atómica en 1945.
A continuación dos alumnas leyeron a sus compañeros el Kamishibai "La grulla" agradecida.Recibieron muchos aplausos
“Tsuru no Ongaeshi” (otra version de la grulla agradecida)
Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de ancianos muy pobre.
Un día el anciano oyó el grito de una grulla que había caído en una trampa.
El anciano se compadeció al verla y decidió soltarla.
Esa
noche le contó a su mujer sobre lo ocurrido y ella le dijo: “Hiciste
bien. Yo también estoy contenta”, y los dos se pusieron alegres.
En
ese momento, alguien llamó a la puerta: “toc toc…”, el anciano salió y
encontró a una chica muy bonita que dijo: “Me desorienté en el camino,
¿Podría quedarme en su casa esta noche?”.
Esa
noche los tres conversaron y ella les contó que no tenía casa a donde
ir ni familia con quien estar. Los ancianos le propusieron: “¡Queremos
que seas nuestra hija!”
Ella se puso muy contenta. Al rato los tres se fueron a descansar.
Al día siguiente, la chica se levantó muy temprano para preparar el desayuno, pero no había ni arroz ni “miso“.
En
ese momento, la chica divisó un telar en una habitación contigua y en
unos instantes se empezó a oir el sonido del telar mecánico.
Cuando
los ancianos se despertaron, la chica les entregó una pieza de tela
bellísima diciéndoles: “vendan esta tela y compren lo necesario para
vivir”. Ellos se sorprendieron y estuvieron muy contentos.
El
anciano recibió mucho dinero a cambio de la pieza de tela, ya que ésta
era muy bonita, y compró lo necesario para vivir además de un peine muy
bonito para la chica.
Esa
noche los tres estaban muy contentos y se quedaron conversando hasta
muy tarde. En eso el abuelo dijo: “Ya vamos a dormir”, pero la chica
contestó: “Yo voy a continuar trabajando un poco más”. Los ancianos se
sorprendieron y le dijeron: “¡No! hoy ya no trabajes! es mejor que
descanses”. La chica contestó: “Quiero hacer más piezas de tela para
ustedes pero quisiera pedirles un favor, no entren a la habitación
cuando esté trabajando.”. El anciano preguntó sorprendido: “¿Cómo? ¿No
podemos verte trabajar?”. La chica contestó: “No, por favor, quiero que
me prometan que no lo harán.”
Los ancianos no entendían la razón por la cual la chica les pedía eso pero asintieron con la cabeza.
La
chica tejía cada noche una pieza de tela que se vendían como “pan
caliente”, pero cada día se ponía más delgada y no tenía ánimo.
El
anciano le decía: “¡Tienes que descansar, no trabajes demasiado!”, pero
la chica respondía: “Voy a seguir trabajando sólo un poco más” y
entraba en la habitación.
Los ancianos no podían dormir pensando en la salud de la chica.
Una
noche, el anciano no pudo contenerse y dijo: “Voy a verla”, la anciana
replicó: “Tenemos que cumplir con nuestra promesa”. El anciano, haciendo
caso omiso a su mujer, se dirigió a la habitación en donde se
encontraba trabajando la chica. Miró a través de la puerta que estaba
entreabierta y para su sorpresa divisó a una grulla trabajando en el
lugar. La grulla utilizaba su pico para quitarse plumas, las cuales las
utilizaba para decorar las hermosas piezas de tela que hacía. Esta
advirtió que estaba siendo observada y se disfrazó nuevamente de mujer.
La
chica abrió la puerta y se dirigió al anciano: “Yo soy aquella grulla
que salvó de la trampa. Por salvarme la vida quise devolverle el favor y
para ello se me dió la oportunidad de convertirme en un ser humano por
una sóla vez y venir aquí, pero ya no puedo permanecer aquí con ustedes.
Deseaba convertirme en su hija para siempre”.
La
chica volvió a tomar su apariencia original de grulla y levantó vuelo.
El anciano al verla volar pensó: “Perdóname. ¡No nos olvides!” y le
lanzó el peine que le había regalado a la “chica”. La grulla lo cogió y
se fue volando.
Decidimos crear nuestro Kamishibai sobre las emociones, una novela llamada "El caballero de la armadura oxidada" será nuestro texto a adaptar.