domingo, 3 de noviembre de 2013

SÉPTIMA CLASE: KAMISHIBAI

Kamishibai (紙芝居, Kamishibai?), literalmente significa "drama de papel", es una forma de contar historias que se originó en los templos budistas de Japón en el siglo XII, donde los monjes utilizaban emaki (pergaminos que combinan imágenes con texto) para combinar historias con enseñanzas morales para audiencias mayormente analfabetas. Se mantuvo como un método para contar historias durante varios siglos, pero posiblemente se le conozca más por su renacimiento en los años 1920 hasta los años 1940. El gaito kamishibaiya, o cuentista golpeaba dos pedazos de madera comúnmente unidos por una cuerda, llamadas hyoshigi, para anunciar su llegada a las diferentes villas. Los niños que compraban dulces a los gaito kamishibaiya tomaban los primeros asientos al frente del escenario. Una vez ubicada la audiencia, gaito kamishibaiya contaba varias historias utilizando para ello un pequeño escenario de madera que en la mayoría de los casos poseían muchos detalles artesanales en el que se insertaban ilustraciones que se iban removiendo a medida que se contaba la historia. Las historias eran a menudo series de cuentos cuyos nuevos episodios eran contados en cada visita a las villas.

El resurgir del Kamishibai se puede asociar a la gran depresión de los años 1920 donde se convirtió en un medio en el cual los desempleados podían ganar una pequeña cantidad de dinero. La tradición fue en gran medida suplantada por la llegada de la televisión entrado en los años 1950 pero fue recientemente revivida en las bibliotecas japonesas y escuelas elementales.




Contamos una historia en Kamishibai:
 Iqbal Masih, un niño esclavo 
  • Iqbal Masih, (1982-16 de abril de 1995) fue un niño pakistaní esclavizado en una fábrica de alfombras. Se fugó y luchó contra la esclavitud. Fue asesinado en la pascua de 1995 convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la explotación infantil.
    Iqbal fue cedido a un fabricante de alfombras por su padre a cambio de un préstamo de 600 rupias (9 euros) que necesitaba para hacer frente a los gastos de la cura de su hijo mayor. Iqbal fue obligado a realizar jornadas laborales de más de doce horas, durante las cuales, fue encadenado al telar donde trabajaba y golpeado en varias ocasiones. Cambió de dueño varias veces y entre ellos le daban fama de libertino. Aún así, tenía una gran habilidad con el telar aunque recibía mejores tratos que los demás dado que tenía la capacidad de hacer alfombras muy valoradas por los adinerados del lugar.
    Pese a que ellos eran conscientes de que los niños que trabajaban en la fábrica eran víctimas de la explotación con condiciones higiénicas degradantes, ellos compraban dichas alfombras por una gran suma de dinero puesto que eran muy pocos los que podían fabricar estas alfombras y sólo se formaban una vez al año. Con el tiempo, los intereses de la deuda de su padre se fueron incrementando, por lo que en la práctica, Iqbal permaneció varios años en la esclavitud. Las durísimas condiciones que debió soportar afectaron a su crecimiento midiendo a los doce años de edad la estatura de un niño de seis.
  • Seguiremos con "Nunca más", sobre la Bomba de Hiroshima